Jia Zhang Ke es uno de
los directores que mejor describe su país, China, a través de las
historias, tal y como demostró en "Naturaleza muerta",
premiada en el festival de Venecia o "Un toque de violencia",
su anterior filme que pudimos ver la cartelera española hace dos
años y que obtuvo el premio al mejor guión en el festival de
Cannes. En este mismo festival presentó el año pasado la película
que nos ocupa que se ha estrenado esta semana en España. La historia
comienza en la ciudad china de Fenyang, a finales de 1999 en que Tao
es pretendida por dos amigos de la infancia: Zang es un ambicioso
propietario de una gasolinera mientras que Liang es un apocado
trabajador de una mina de carbón. La película está dividida en
tres partes: la primera tiene lugar al final e inicio del milenio en
una China antes de su gran desarrollo capitalista y tiene un formato
cinematográfico de pantalla cuadrada; la segunda está ambientada en
2014, vemos una China más desarrollada y la ciudad de Fenyang
también ha evolucionado y el formato es de pantalla completa: la
última parte se ubica en Australia en el año 2015 y en formato
scope.
Los
dos grandes temas que trata el filme es el paso del tiempo y el
factor económico, que afectan a los personajes y al país en
general. También habla de la incomunicación entre las personas en
la evolución de la sociedad a medida que avanzan las nuevas
tecnologías, ya que pasamos de una relación personal entre tres
personajes, a una madre que apenas ve a si hijo hasta el punto que en
un mundo globalizado éste casi no la recuerda. En este sentido, cabe
decir también que se habla de emigrantes chinos en otros países,
como en este caso Australia y que no conocen su lengua de origen. De
las tres partes, la segunda quizás sea la más interesante y la
tercera un poco desconcertante. El filme tiene buenas
interpretaciones, sobre todo de la protagonista y de su ex marido en
la ficción, por encima del personaje de Liang. La actriz Tao Zhao,
esposa y musa del director, vista en "Naturaleza muerta" y
"Un toque de violencia", así como en "La pequeña
Venecia", vuelve a trabajar bajo sus órdenes esta vez en un
personaje con un arco evolutivo mayor, como el que tiene el personaje
de Zang. Por otra parte, algunos podrán achacar a la película que
su trama sea un poco de culebrón y choque un poco la manera sutil y
con pocas palabras de relacionarse los personajes, pero creo que debe
ser característico de la forma de hablar de los orientales. Se
agradece no cargar las tintas en los aspectos dramáticos, como la
muerte del padre de Tao. Hay dos canciones que acompañan a la cinta:
una es oriental y evoca a la relación entre madre e hijo, y la otra
es la conocida "Go west" de Pet Shop Boys, que está al
inicio y al final del filme y que alude a la cultura occidental que
se ha establecido en países de oriente. Así pues, "Más allá
de las montañas", premio del público como mejor film europeo
en el pasado festival de San Sebastián (parte de la producción es
francesa), llega a emocionar sobre todo por la separación entre una
madre y su hijo, es una de las mejores obras de su director y uno de
los más interesantes del panorama del cine oriental.
Valoración:
8
Lo
mejor: la ausente relación entre madre e hijo y la interpretación
de Tao Zhao.
Lo
peor: el tercer acto desconcierta un poco y quizás no está tan
conseguido como el resto.
Me
gustaría destacar que la relación íntima que se establece en la
tercera parte entre el hijo adolescente y la profesora en edad madura
puede ser un poco criticada pero creo que se produce porque el chico
vive confundido sin el pilar de su madre y encuentra en esa mujer un
apoyo. El espectador puede imaginar que finalmente el joven irá a
visitar a su madre a China. Y después de la bella escena final, en
que se aprecia cómo la madre solitaria ha aceptado el drama de su
vida y puede volver a bailar "Go west", hace que a partir
de ahora recuerde esta canción con este filme.
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