Esta
semana se ha estrenado una película muy interesante. Se trata de la
tercera entrega de una trilogía sobre la dominación masculina que
aún existe en países como Israel. La primera, "To take a wife"
hablaba de una mujer, Viviane, que quería divorciarse de su esposo
pero su familia le intentaba convencer de que no lo hiciera. La
segunda, "Los siete días", se centra en el periodo de
duelo de la familia ante la muerte de uno de ellos. El estreno que
nos ocupa, completa la misma historia de la familia con Viviane
separada de su marido desde hace años y quiere conseguir el
divorcio. No obstante, las leyes religiosas del país rigen que el
único que puede pedir el divorcio es el marido y Elisha se niega.
Así, la mujer debe afrontar un largo proceso judicial de varios años
para lograr su propósito. La película, de casi dos horas de
metraje, sucede casi en su totalidad en una sala de juicios y su
estilo de su realización está en consonancia con el papel oprimido
de Viviane. Cabe decir que la labor de la directora y protagonista
Ronit Elkabetz es admirable, junto con Shlomi Elkabetz en la
dirección. El resto de actores también están muy bien. El
espectador llega a sentirse como si estuviera en el mismo escenario
donde transcurre el film y puede posicionarse a favor de su
protagonista. Hace pensar en que el valor de la religión tiene que
ser exclusivamente en el ámbito privado y no regir las normas
públicas. Justamente candidata al Globo de Oro como film extranjero, hecho que pudo hacer el film sea más conocido, este es un drama denso, profundo, la mejor muestra del cine israelí
que nos ha llegado en el último año junto con Omar", que sí
consiguió ser finalista al Oscar, como bien hubiera merecido este
estreno. Tras verlo, uno quiere ver las dos primeras partes que no
llegaron a estrenarse en España, aunque lo mejor es poder verlas en
orden cronológico.
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