Después de un atraco
Se ha estrenado en salas españolas el último largometraje escrito y dirigido por Kelly Reichardt después de “Showing up”. En el año 1970 en un tranquilo rincón de Massachusetts, JB Mooney, un carpintero en paro, se convierte en un ladrón de arte y organiza un audaz atraco. Mooney y dos cómplices entran en un museo a plena luz del día y roban cuatro cuadros. Pero conservar las obras resultará más difícil que robarlas y Mooney se verá obligado a vivir como un fugitivo.
El cine de Reichardt ha tratado a personajes inadaptados de la sociedad y esta vez se centra en un hombre de buena familia que podría haber seguido un camino más correcto. La película estadounidense es un drama que en su primera parte da una vuelta de turca al cine de robos más espectacular que estamos acostumbrados a ver, ya que esta es una película minimalista y austera, así que los que esperen ver una típica propuesta de atracos no la van a encontrar aquí. Además, la segunda parte se centra en el camino a la deriva del protagonista, confundido, hacia la libertad que no puede conseguir y ajeno a los problemas del país en una especie de road movie por la América profunda en una época en que la gente se manifestaba en las calles en contra del racismo y las desigualdades y se oye de fondo la guerra de Vietnam. La cinta tiene toques irónicos ya desde el mismo título, tiene un ritmo pausado, utiliza largos planos secuencia y algún momento en que no pasa nada pero me mantuvo atento (quizás también porque la vi en versión original). Cabe destacar la fotografía con tonos ocres a cargo de Christopher Blauvelt, la banda sonora de jazz compuesta por Rob Mazurek y una lograda recreación de la época. Además, está bien protagonizada por el actor Josh O’Connor (uno de mis favoritos de su generación) al que el espectador acompaña siempre y el reparto cuenta con Alana Haim como su esposa, Hope Davis y Bill Camp como los padres de James y John Magaro y Gaby Hoffmann como una pareja en que él es amigo del protagonista, así como Rhenzy Feliz (miniserie “El pingüino”) y Cole Doman (“Mutt”) como los compañeros en el robo.
Entiendo que este es un tipo de cine al que no es fácil entrar y seguramente hay espectadores que queden al margen y además quizás esté un poco por debajo de anteriores títulos de la directora como “First cow” y “Wendy y Lucy” que me gustaron más. Sin embargo, igual que ha pasado con el cine independiente de Sean Baker que por fin ha sido reconocido con “Anora”, estaría bien que llegara la película con la que fuera premiada Kelly Reichardt que también ha aportado mucho a este tipo de cine.
El filme se presentó en la sección oficial del festival de Cannes donde obtuvo buenas críticas, ganó la Espiga de oro ex aequo y el premio a la mejor fotografía en la última Seminci de Valladolid, ha sido nominada a los premios Gotham a mejor dirección e interpretación protagonista y la película puede tener opciones a ser reconocida en más premios del cine independiente.
Valoración: 7
Lo mejor: la dirección y la puesta en escena.
Lo peor: el personaje de Alana Haim está poco desarrollado.
Buscado por la policía y sin dinero, James roba a una anciana e intenta pasar desapercibido en una manifestación (de las que ignoraba) con la mala suerte de ser parado por un chaval y es arrestado por los agentes. El final es inesperado y me hubiera gustado seguir al protagonista cuyo destino queda incierto y no parece optimista.

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