Galardonada como la mejor ópera prima en el
festival de Locarno de 2011, por fin se estrena este excelente film
sobre una niña de cuatro años que se enfrenta a la soledad y que
debe arreglárselas sola en su casa del bosque cuando su madre no se
encuentra. Su valía reside en que se trata de una película
naturalista, parece que vemos casi un documental; no es un simple
retrato infantil, en el centro de su veracidad y de los silencios hay
una columna difusa formada por algo que provoca inquietud en el
espectador, un aspecto oscuro. De la mano de la estupenda niña
protagonista, estamos ante una propuesta inhabitual, profunda y
sensible.
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