Ha
llegado a la cartelera española una de las pocas cintas de los Oscar
de este año que quedaban por ver. Se trata de la última película de Bennett Miller,
cineasta que en apenas tres fillms en casi diez años ha realizado un
complejo retrato del reverso oscuro del llamado Sueño Americano. Dos
de ellos, el anterior "Moneyball" y el estreno que nos
ocupa están ambientados en el mundo del deporte: el anterior, el
béisbol, este, la lucha libre.
Basada en una
historia y personajes reales, el medallista olímpico Mark Schultz
acepta la proposicón del millonario John du Pont de crear un campo
de entrenamiento para preparar un equipo a los juegos olímpicos de
1988 y así evitar que su hermano Dave Schultz le adelante siempre.
De esta manera, se establece una extraña relación que pasa de la
admiración al control de Mark hacia du Pont, con Dave como tercer
vértice del complejo triángulo. Este es un drama psicológico
oscuro, perturbador, quizás la obra más lograda de Miller. Está
sustentada en alto nivel por sus tres actores. Steve Carell, nominado
al Oscar en un cambio de registro con prótesis nasal como du Pont.
Pero aparte de éste en su evidente caracterización, está a la
altura en su papel Channing Tatum, un actor en un papel físico como
es costumbre en él (que no me hacía mucha gracia) pero que aquí
está acertado en su contención, al igual que el también candidato
al premio de la Academia "Mark Ruffalo, nominado por un
personaje diferente al de su anterior candidatura en "Los chicos
están bien", con aspecto físico alterado (pelo atrás).
Ya en el pasado festival de Cannes, Bennett Miller se alzó como el
mejor director, un premio a priori extraño pero conveniente, pues
quizás es su mejor obra hasta ahora. Con cinco nominaciones a los
Oscar, es injusto que sea candidato Miller pero no como mejor
película cuando podían haber más de ocho finalistas (hasta diez).
Es lógico que no haya triunfado en los Oscar este film, al ofrecer
una mirada dura sobre el reconocimiento, en una producción poco
habitual en el cine mainstream USA.