François
Ozon es uno de los directores franceses más conocidos y prolíficos
de los últimos años con films interesantes como "Bajo la
arena", "La piscina" o "El tiempo que queda".
Después de demostrar que podría hacer películas más complejas
como "En la casa" con la que ganó la Concha de Oro en el
festival de San Sebastián y de hablar de la prostitución en la más
que aceptable "Joven y bonita", se estrena ahora en España
su último film, presentado en la sección oficial del pasado
certamen español.
El arranque ya es sugestivo, pues
vemos unos títulos de crédito mientras maquillan y visten con traje
de novia a una fallecida. El comienzo es un gran ejemplo de economía
narrativa que nos pone en antecedentes: dos niñas se conocen en la
escuela, enseguida se hacen amigas y años más tarde cada una se
casa con un hombre. Una de ellas, Laura, tiene un bebé ya enferma y
muere, dejando a la bebé bajo el cuidado de su esposo y su mejor
amiga Claire. Días después, ésta visita al viudo y descubre que se
disfraza de mujer para atender a su hija. A partir de ahí, el
espectador puede pensar que todo lo que venga después se hará más
pesado pues ya el director nos ha contado mucho en poco tiempo, pero
ocurren muchas cosas. La premisa del cambio de identidad como duelo
ante una pérdida puede recordar a algunos a unnotable film español
de Achero Mañas "Todo lo que tú quieras", protagonizado
por Juan Diego Botto y que en su momento pasó desapercibido. El cine
de Ozon puede recordar un poco al de Almodóvar pero es fiel a sus
constantes y en "Una nueva amiga" no hay una excepción.
Pero sorprende, va más allá en su mezcla de melodrama familiar y
comedia de cambio de identidad sexual, con toques de hitchcock en la
necrofilia y con planos referenciales del personaje de Claire
subiendo unas escaleras. Al principio, la aparición de Virginia como
parte femenina de David, puede causar estupor o rechazo en el
espectador, como le ocurre a Claire. Sin embargo, descubriremos que
la relación que se establece entre ella y Virginia es necesaria y
que hace realidad lo que Laura y Claire no pudieron tener. En este
sentido, Romain Duris y Anaïs Demoustier hacen unas notables
interpretaciones: el actor mostrando una parte femenina y la actriz
transmitiendo sentimientos sin facciones exageradas. Cabe apuntar que
a diferencia de lo que podría ocurrir, el personaje de Virginia
sufre menos que el de Claire, pues sintiéndose mujer, la primera es
más feliz y desinhibida mientras que la segunda debe asumir lo que
siente de verdad y es un poco neurótica, de ahí los sueños
lésbicos e imaginaciones sobre la sexualidad reprimida. Hay que
añadir que el bondadoso personaje del esposo de Claire, Gilles (Raphaël Personnaz) parece un poco a merced de lo que ocurre entre los protagonistas y
tras cuidar de la hija de David, su papel en el desenlace
esperanzador de la historia no está muy claro, queda a elección del
espectador.
El resultado del film es irregular, no
estamos ante una obra redonda y la mejor de Ozon, pero es muy
entretenida, visualmente es muy atractivo y no sabes cómo acabará
cada escena y, por ejemplo, en un momento del metraje, cuando puedes
pensar que Claire y Gilles cuidaran de la hija de David, hay un
cambio de tercio. En definitiva, el director es valiente en tratar
temas como la diferencia, el deseo o la sexualidad e intenta
equilibrar sin conseguirlo del todo el drama y el humor, pero
mantiene su posición hasta el final cuando no es fácil hablar de
estos temas con cierto desenfado.
Valoración:
7
Lo mejor: los temas que pone sobre la
mesa y las actuaciones de la pareja protagonista. Lo
peor: que haya espectadores que sólo se queden en lo superfluo sobre
Virginia.
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