Por
fin llega a la cartelera la esperada última película del
irreverente Quentin Tarantino. En su poca abundante filmografía, ha
habido referencias al western como por ejemplo en el díptico “Kill
Bill”, pero en esta ocasión el director elabora uno recuperando
este género con cinefilia. Este film comparte con el anterior
“Malditos bastardos” la reescripción de un periodo histórico
(en este caso los esclavos negros de los amos blancos), la estructura
formada por largas secuencias y la actuación del actor Christoph
Waltz. Este, un caçarecompensas con gran capacidad dialéctica,
junto con Leonardo DiCaprio como un gran malo (es injusto que los
Oscar se hayan olvidado de él) y Samuel L. Jackson como su criado
destacan en sus excelentes interpretaciones de un atractivo reparto.
La película contiene la esencia de su realizador: en sus escenas hay
grandes diálogos, tensión, que preceden a la catarsis de violencia.
Así, la propuesta resulta divertida y entretenida, por lo cual el
espectador se lo pasa bien. Estamos ante una de los estrenos más
importantes de la temporada, que tendría que haber recibido más de
cinco nominaciones a Oscar. Además, esta es una gran ocasión para
ver el trabajo de Tanantino, que incluso aparece como actor en el
film, y de DiCaprio, que después de esta película y de estrenar dos
más, se tomará un descanso de dos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario