jueves, 5 de junio de 2014

Azul y no tan rosa * * *


 En el estreno de este drama con tintes de comedia, tenemos la oportunidad de ver una muestra de cine venezolano, país del que sobre todo nos llegaron telenovelas. Miguel Ferrari dirige un claro alegato a favor de la tolerancia sobre gustos sexuales y de tipos de familia diferentes, ya que lo que importa es el cariño que se tengan. No tenía muchas esperanzas puestas en este estreno antes de verlo, ya que es irregular y flojea el guión, preocupado hacia el desenlace en dejar todas las tramas de los personajes con buen sabor de boca. Pero lo cierto es que, a pesar de sus fallos, es agradable de ver y me sorprendió que me sacara ciertas sonrisas y algún aspecto como el destino de la pareja del protagonista, algo que no era previsible. 
Con unos títulos de crédito sugerentes y carnales, ésta es una película de momentos, en que aspectos artísticos tienen importancia, como los bailes de tango, la canción de ópera, "No soy una señora", "Tonada de luna llena" o las escenas de sesiones fotográficas. En cuanto al reparto de actores es eficaz, con una buena aunque algo melodramática interpretación del protagonista Guillermo García, acompañado por su hijo en la ficción, interpretado por Ignacio Montes, que sobreactúa algo. También, destaca la actuación de la veterana actriz venezolana Hilda Abrahamz. Es un poco lamentable que una mujer interprete a otra que antes era un chico, pero supongo que no es descabellado al ver el resultado de sus operaciones de estética; y es una pena porque era un bellezón de mujer, como se puede ver en telenovelas de hace años como "Abigail".  
Gracias a este estreno, una coproducción hispano-venezolana, vemos propuestas venezolanas que traspasan fronteras y que tratan aspectos comprometidos, como "Pelo malo" (mejor conseguida) y la que nos ocupa. Su triunfo en los últimos premios Goya por encima de "El médico alemán" o "Gloria", estuvo en la línea del año pasado con el film cubano "Juan de los Muertos", en que prima el dar a conocer producciones de países con una filmografía en construcción y no tanto sus cualidades cinematográficas. Pero si premios como la Concha de Oro o el Goya sirven para publicitar films y concienciar a países no muy liberales, bienvenido sea.      


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