miércoles, 28 de octubre de 2020

La voz humana * * * *

A la espera de la última llamada

Después de llegar a una de las cumbres de su filmografía con la excelente y aclamada “Dolor y gloria” tras las también sobresalientes “Todo sobre mi madre”, “Hable con ella” y “Volver”, Pedro Almodóvar por fin ha probado rodar en inglés (tras que en un principio se pensó que la protagonista de “Julieta” fuese una actriz premiada internacional) en esta coproducción española y estadounidense que se rodó el verano pasado a pesar de la pandemia. Una mujer pasa el tiempo mirando las maletas de su ex-amante, que la abandona para contraer matrimonio con otra mujer. Durante tres días, la mujer sólo sale a la calle una vez: para comprar un hacha y una lata de gasolina. Así, la mujer ve pasar las horas junto a las maletas de su ex amante (que se supone vendrá a recogerlas, pero nunca llega), del que espera una llamada, la última conversación, y un perro inquieto que no entiende que su amo le haya abandonado. Se trata de una adaptación libre del monólogo teatral homónimo de Jean Cocteau de 1930 que ya estuvo en los anteriores y notables trabajos del director manchego “Mujeres al borde de un ataque de nervios” y “La flor de mi secreto”. Además, este texto ya fue llevado al cine en el primer episodio titulado “La voce humana” del largometraje italiano “El amor” de Roberto Rosseliini en 1948.

Tengo que decir que no acostumbro a hacer críticas de cortometrajes pero este son palabras mayores, se ha podido estrenar en cines de manera individual y en este tiempo de pandemia agradezco la pequeña presentación o introducción del mismo a cargo del propio cineasta y la actriz.  Ya desde la especie de prólogo y los títulos de crédito de Juan Gatti (que ya colaboró en su anterior trabajo), se nota que Almodóvar ha llevado a su terreno el texto de Cocteau, dando más importancia a las imágenes que a las palabras. Sin embargo, es en la parte central del mediometraje de media hora en la especie de monólogo de la protagonista en que el espectador entiende su relación durante cuatro años con un hombre del que no oímos su voz (a diferencia de lo que ocurre en los dos citados títulos precedentes con Fernando Guillén e Imanol Arias). La película se mueve entre lo artificial y lo natural, la realidad y la ficción y cabe señalar que al director no le interesa mucho el papel sumiso de la mujer. Podemos decir que el tiempo en que transcurre esta historia tras tres días y la espera de recibir una señal del hombre al que amaba pueden entenderse como una posible nueva etapa de transición en el cine de Almodóvar en que es posible que haga alguna producción internacional en inglés.


 

El nuevo film de Almodóvar sigue siendo coherente en su estilo pero de manera más depurado y sofisticado como en sus dos anteriores largometrajes: la música compuesta por Alberto Iglesias con violines que puede recordar a la de la excelente “La piel que habito”, el vestuario a cargo de Sonia Grande en que vemos al personaje principal vestida en estilos diferentes (de época en el inicio, azul asesino en una tienda, rojo en dos piezas esperando al hombre y desenfadado al final) y el decorado barroco por el que se mueve el personaje es de gran importancia y una parte de él recuerda al de “Dogville” de Lars von Trier. Una mención aparte merece la actuación de la estupenda y camaleónica actriz británica Tilda Swinton, perfecta como “chica Almodóvar” como esa mujer despechada que pasa de la desesperación a la aceptación de una nueva etapa, siempre acompañada del afectuoso animal perro. Además, como es habitual en otros trabajos, cuenta con la colaboración del hermano del director y productor Agustín Almodóvar.

En definitiva, “La voz humana” se presentó en la sección oficial fuera de concurso de la última Mostra de Venecia donde fue uno de los títulos mejor recibidos, espero que sea reconocido en la próxima temporada de premios nacional e internacional y ojalá el cineasta realice un largometraje en inglés en un futuro próximo tras esta notable obra. 

Valoración: 8’5

Lo mejor: una magnífica Tilda Swinton, ella es el film.

Lo peor: no poder seguir el devenir de la protagonista con el perro.

 


Podemos observar el proceso que sufre la protagonista sin nombre que se dedica a hacer anuncios: desde las intenciones asesinas del principio y la desesperación hacha en mano, al intento de disimular su malestar al inicio de la llamada de su ex amante, luego le cuenta cómo se siente realmente, hasta el acto de purificación final y de empoderamiento femenino que representa el fuego del decorado gracias al bidón de gasolina, así como la aceptación de que su relación terminó y debe aprender a colgarle. Y sin embargo, como ya ocurrió en el precioso final de “Dolor y gloria”, hay un guiño artificioso del cine dentro del cine cuando precisamente el mismo Agustín Almodóvar que antes ha participado como vendedor en una tienda, se encarga de supervisar la extinción de las llamas, como si todo hubiera sido una representación.

 

 

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