Es una buena noticia que llegue a las
carteleras esta producción procedente de Etiopía, uno de esos
países africanos de los que apenas llegan títulos, aparte de
presentarse en festivales. De hecho, este filme estuvo en la sección
oficial "Un certain regard" del festival de Cannes del año
pasado. El debut en el largometraje de Yared Zeleke cuenta la
historia del chico etíope que da título a la película, cuya vida
da un vuelco cuando su padre se marcha a trabajar a una ciudad y se
traslada a vivir con su abuela y sus tíos. El chico intenta
adaptarse a su nueva situación, cocina empanadillas y trabaja en el
campo, con la única compañía de un corderito como si fuera un
perro como amigo. Pero un día su tío le anuncia que tiene que
sacrificar al animal para la próxima comida festiva. El drama está
bien manufacturado y hace un buen retrato de un pobre país en que
desgraciadamente su población pasa hambre. Si bien le falta ser más
auténtico y puede parecer un poco de postal, el filme está dirigido
para que el público occidental tome conciencia en el aspecto social,
aunque su intención se note. Gustará a los que quieran ver
aceptables propuestas enmarcadas en países subdesarrollados.
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