Más que la discreta e
irregular última obra del siempre comprometido Ken Loach "Jimmy's
hall", vale la pena destacar otro film británico, una delicada
comedia dirigida por Uberto Paolini, que no tiene que ver con el gran
director Pier Paolo Pasolini. Cuenta la historia de un meticuloso y
solitario funcionario que se dedica a encontrar a los parientes de
los fallecidos. Vemos el día a día de este personaje cuya vida está
ocupada por su profesión, antes de ser despedido por el
ayuntamiento, debe hacer un último trabajo y acaba convertido en
otra persona, un fallecido que ha dejado asuntos sin ligar. Está
interpretado por el actor Eddie Marsan (al que podemos ver estas
semanas en "Filth, el sucio"), que logra por fin un papel
protagonista a la altura de su talento. Su valiosa interpretación es
lo mejor de una película realizada pausadamente, a la que le falta
más fuerza y que quiere emocionar con recursos fáciles, pero cuyo
visionado no es en balde.
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