Después de la decepcionante
película británica "Mi otro yo", la directora catalana
Isabel Coixet estrena en los cines (tras pasar fuera de concurso por el festival de Málaga), la que es su penúltima obra,
antes de que llegue a la cartelera "Nadie quiere la noche".
Tras el drama "Elegy", la realizadora vuelve a hacer un
film de producción estadounidense, demostrando de nuevo que es una
directora de cine de autor con intenciones comerciales, de carácter
internacional en sus producciones y que últimamente prueba con otros
géneros como el thriller y ahora la comedia. "Aprendiendo a
conducir" a priori es un film de encargo escrito por Sarah
Kernochan y Coixet da un pequeño giro después de tantos dramas
duros a una comedia romántica con puntos dramáticos pero este film
se integra bien en la filmografía de la directora. Esta es la
historia de unión intercultural entre una de esas mujeres que
siempre han dependido del marido pero que ante su separación, la
escritora decide sacarse el carné de conducir, y su profesor de
autoescuela, un refugiado político hindú que también trabaja de
taxista. Este es un film agradable de ver, de tono más ligero y
cómodo a diferencia de las anteriores películas de Coixet, aunque
quizás no aprovecha del todo el potencial de la historia. Sobre todo
se sustenta por las buenas interpretaciones de la pareja
protagonista, que ya trabajó a las órdenes de la directora: por un
lado, la compleja actuación de Patricia Clarkson, una veterana
actriz no suficientemente reconocida, y un Ben Kingsley en uno de sus
mejores papeles, con el que el espectador olvida sus tics y que
encarnó al mismísimo Gandhi, aunque aquí también es hindú. En
definitiva, esta es una aceptable nueva aportación de Coixet, mejor
que alguna de sus últimas películas como "Mi otro yo"
pero que es evidente no alcanza el nivel de "Mi vida sin mí"
o "La vida secreta de las palabras".
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