Apenas un año después de triunfar
en los Oscar con "Birdman", una propuesta formalmente
arriesgada y un poco más contenida de lo que es habitual en la
filmografía de su director, el mexicano Alejandro G. Iñárritu ha
vuelto dispuesto a volver a tener éxito en materia de premios con su
última película. Ambientada a principios del siglo XIX, en una
Norteamérica salvaje, el explorador Hugh Glass participa con su hijo
mestizo Hawk en una expedición que recolecta pieles, algo de mucho
valor en la época. El hombre es gravemente herido por un oso y es
abandonado por un compañero del grupo John Fitzgerald, que mata a su
hijo.
Después
de una breve presentación de los personajes y de la situación, se
sucede la escena más impactante del filme en que un oso ataca al
protagonista. Posteriormente, vemos cómo Glass sobrevive y con una
gran fuerza de voluntad, sólo quiere vengarse de Fitzgerald. Tiene
muchos obstáculos en su camino: un invierno helado, un territorio
enemigo y la guerra entre las tribus de nativos norteamericanos. El
rodaje de esta producción no fue fácil por los parajes inhóspitos
y ciertas desavenencias con el director pero Iñárritu y DiCpario
hacen un muy buen equipo juntos en su primer trabajo juntos. Estamos
ante una excelente película de aventuras, que recuerda a los
westerns de los años 70 y tiene un tono épico, elementos reunidos
en un tipo de cine que ya no se hace en nuestros días. Hay que decir
que el filme tiene pocos diálogos, muchos silencios y contadas
escenas duras e impactantes. La religión y la venganza siempre han
sido temas constantes en las películas de Iñárritu como en "21
gramos" o "Biutiful", y en esta ocasión, también lo
es. El filme contiene imágenes de los paisajes que recuerdan a las
de Terrence Malick y que contrastan con la muy dura situación del
protagonista. A algunos les puede resultar que chirrían con la
historia pero encuentro que dan cierto respiro a la extrema situación
que vive Glass y esas imágenes oníricas y místicas se relacionan
con la creencia religiosa del protagonista como ayuda a su
sufrimiento, ya que en ellas aparecen la fallecida madre de su hijo,
la muerte del cual le hace querer vengarse como su aliciente para
vivir. Así, el film nos hace pensar en la venganza como proceso que
importa a medida que se va haciendo, aunque sepamos que su resultado
satisfactorio no hará que reviva en este caso Hawk. Además, el
director vuelve a contar con la excelente fotografía de Emmanuel
Lubezki y la contundente música de C. Nicolai y R. Sakamoto. Pero
sin duda, el gran reclamo es la sobre todo física interpretación de
Leonardo DiCaprio, cuyo cuerpo padece muchos males. Cabe decir que la
historia no es muy compleja a nivel emocional, que el argumento es
simple y que las dos horas y media de metraje podrían haberse
acortado un poco, pero no se me ha hecho pesado. Y esta puede ser la
película que le dé el Oscar que tanto merece DiCaprio, de manera
similar al caso de Julianne Moore el año pasado. El actor lleva una
exitosa carrera en la temporada de premios y quizás esta es la vez
en que más posibilidades tiene de ganar la estatuilla dorada. Está
bien apoyado por las doce nominaciones al Oscar que acumula el film
(aunque alguna de ellas como vestuario o maquillaje tal vez sean
sobrevaloradas) e Iñárritu tiene opciones de repetir un triunfo
consecutivo, algo muy poco habitual. DiCaprio está muy bien
acompañado en el filme por su antagonista Tom Hardy, también
candidato al Oscar aunque no fue la primera opción para el papel,
que quizás otorga más matices a su personaje que el del
protagonista, Domhall Gleesson en otro papel serio como en la última
entrega de "Star Wars", lejos de la comedia "Una
cuestión de tiempo" y el joven Will Poulter ("visto en "El
corredor del laberinto").
El
desenlace de la película se desarrolla de manera un poco
convencional aunque esperemos el encuentro de dos personajes. Esto no
quita mérito a uno de los títulos de esta temporada de premios. Con
"El renacido", Iñárritu ha dado un paso más en un filme
llamado "de experiencia" y, aunque sus constantes de estilo
puedan gustar más o menos, porque a veces pueden verse como
grandilocuentes y vanidosas, realiza propuestas arriesgadas y
potentes.
Lo
mejor: la entrega y el sufrimiento de DiCaprio.
Lo
peor: el film es algo excesivo, algo propio de su director.
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