La segunda
película japonesa estrenada también procede de la producción del
estudio Ghibli y su director es Hiromasa Yonebayashi, que
anteriormente realizó "Arrietty y el mundo de los diminutos".
Basado en un libro de Joan G. Robinson, cuenta la historia de una
chica solitaria, Anna, que vive con sus padres adoptivos. Cuando es
enviada a casa de sus tíos, el matrimonio Pegg, conoce a Marnie, que
se convierte en su mejor amiga y de la que aprende valores sobre la
amistad. La película está realizada de manera tradicional, algo que
contribuye a su carácter atemporal y que utiliza la animación casi
sin que se note, con unas principales personajes bien caracterizados.
Aunque el final podría no estar a la altura y no llegue a ser una de
las obras maestras del estudio, de la mano del director Yonebayashi
está a buen recaudo su continuación. La historia es onírica y
triste, con toques de misterio y poesía, habla de problemas de
adolescentes y está destinada a los niños pero los adultos pueden
apreciar una bella obra que emociona con su calado humano. Además,
está bien acompañada por la partitura musical del pianista
Muramatsu. El filme formó parte de la sección animada en el pasado
festival de Gijón y logró ser finalista al Oscar este año junto
con "Anomalisa". Estos dos títulos, junto con la también
estrenada obra de Takahata, son las mejores películas de animación
que podemos disfrutar en pantalla grande.
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