Esta es otra película estadounidense,
también un thriller psicológico, pero más esperada tras su exitoso
paso por el festival de Sitges del pasado año. Cuenta la historia de
un matrimonio que recibe regalos de un conocido de la infancia del
marido, que fue su compañero de clase. La premisa del argumento no
es original pero la labor del actor Joel Edgerton en el guión y en
su debut en el largometraje es notable: este es inquietante, el
director sabe jugar cuando parece que el filme sigue un camino y los
giros de guión, sobre todo hacia el final, sorprenden al espectador
hacia otro diferente. También al espectador se le plantea la duda
sobre la identidad real del conocido del pasado y de una de las
víctimas. Lo que empieza como un thriller de ambiente doméstico
acaba convirtiéndose en una especie de fábula moral cuyo final
puede tener diferentes interpretaciones. Además de como guionista y
director en la película, el actor hace una estupenda interpretación
del antiguo compañero en el colegio del marido, que le valió el
premio al mejor actor en el festival de Sitges. La pareja casada está
formada por Jason Bateman (bien en un registro no cómico al que no
nos tiene acostumbrados) y Rebecca Hall, que tiene en el filme el
pelo corto, a diferencia de su atractiva melena en la que la hemos
visto. Cabe decir que el director de fotografía es el catalán
Eduard Grau, que hace un buen trabajo aunque no le convencía mucho
el corte de pelo de la actriz. Tal vez esta película no sea muy
trascendente en la temática pero es una interesante y destacada
ópera prima de Joel Edgerton, al que habrá que seguir en su faceta
en la dirección.
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