Uno de los estrenos más atractivos de la
semana está dirigido por Jeremy Saulnier, que agradó con su
anterior trabajo "Blue ruin", premiado como mejor director
en el festival de Gijón y el FIPRESCI en la Quincena de realizadores
en Cannes. En su última película, una banda de música punk ha sido
testigo de un asesinato en un bar de Oregón donde actuaban y son
encerrados en una habitación por la pandilla de skinheads autora del
crimen, unos neonazis cuyo líder es el dueño del bar, que no quiere
dejar testigos de lo que ha pasado. Este es un potente thriller de
serie B con el que el director se pone limitaciones por el tipo de
historia, que realiza con soltura y manteniendo un nivel alto en todo
momento sin dejar respiro al espectador. La propuesta se convierte en
una pesadilla brutal, enérgica, realizada con detalle y que parece
poco profunda pero que habla del estallido de violencia, el miedo, el
instinto de sobrevivir y el enfrentamiento entre dos bandas.El filme
no es muy original, recuerda al director John Carpenter pero está
muy bien resuelto, con muy buen ritmo, es divertido y tiene dosis de
sangre, gore y humor negro. Además, está bien protagonizada por
Anton Yelchin, Imogen Poots y Patrick Stewart. Ideal para los
seguidores de filmes salvajes.
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