En el primer fin de semana de febrero en que se han estrenado algunos filmes destacables, cabe mencionar esta propuesta del director de trayectoria irrgular Michael Caton-Jones. En si filmografía hay cintas poco recomendables como "Doc Hollywood" e "Instinto básico 2: adicción al riesgo" con otras más interesantes como "Vida de este chico", "Bob Roy, la pasión de un rebelde" y "Disparando a perros". Después de la adaptación de Ken Follett "Un mundo sin fin", dirigió en 2015 este filme británico enmarcado en los disturbios ocurridos en el Reino Unido durante el verano de 2011 y cuenta las vivencias de una problemática adolescente de color que debe elegir si en el futuro quiere seguir metida en problemas junto a su mejor amiga o si, por el contrario, decide hacer caso a su asistenta social y empezar una prometedora carrera musical. Para los que les interesan las historias de jóvenes conflictivos en un contexto convulso determinado como lo que ocurrió en el Reino Unido, este drama de realismo social a priori parecía interesante de ver. Sin embargo, aunque los temas son atractivos, confronta a los personajes y puede que tenga buenas intenciones, el filme es poco inspirado, tiene un guión previsible, condescendiente, la puesta en escena es un poco anodina y acaba siendo un drama sensiblero interpretado por actores prácticamente desconocidos.
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