La
vida del director Salvador Mayo
Un
nuevo film de Almodóvar siempre es un acontecimiento. Después de la
excelente “Julieta” en que el director parecía abrir nuevos
caminos en su cine, como otros grandes directores de la Historia del
cine como Ingmar Bergman y Federico Fellini, Almodóvar ha tenido la
necesidad de hacer una película confesional que cuenta una
serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de
cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como
su infancia en los años sesenta, cuando emigró con sus padres a
Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el
primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los ochenta,
el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y
palpitante, la escritura como única terapia para olvidar lo
inolvidable, el temprano descubrimiento del cine, y el vacío, el
inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando.
"Dolor y gloria”, que tiene que ver con “La ley del deseo”
y “La mala educación”, habla de la creación, de la dificultad
de separarla de la propia vida y de las pasiones que le dan sentido y
esperanza. En la recuperación de su pasado, Salvador encuentra la
necesidad urgente de volver a escribir.
La
película alterna el presente con el reencuentro de Salvador con
Alberto, actor de su primer film “Sabor” y con Marcelo, un
antiguo amor, y el pasado con su madre y un joven albañil. Almodóvar
utiliza diferentes recursos narrativos como la voz en off del
protagonista, el grafismo de a cargo de Juan Gatti sobre aspectos
como Geografía y Anatomía, el monólogo teatral “La adicción”
y el episodio “El primer deseo”, la puesta en escena es más bien
sencilla y el director consigue que todo el conjunto esté en
equilibrio, con una realización sutil dramáticamente. En este cóctel también cabe la heroína y el amor por
ver cine en pantalla grande. Hay que destacar la labor de montaje de
Teresa Font (después de que José Salcedo fuese su montador
habitual), la fotografía a cargo de José Luis Alcaine con una casa
de Salvador en el presente con menos luz que la de la cueva de la
infancia, y la música de Alberto Iglesias, así como la dirección
artística en el domicilio de Salvador.
Punto
y aparte merece el reparto de actores: Antonio Banderas como el alter
ego de Almodóvar realiza su mejor interpretación con el director
desde “¡Átame!, Asier Etxeandía (actor que personalmente no me
gusta su punto engreído) aquí está bien como Alberto, Leonardo
Sbaraglia como Marcelo (que contribuye a uno de los momentos más
emotivos de la película), Penélope Cruz y Julieta Serrano como la
madre de Salvador en su juventud y vejez, y Nora Navas como
Mercedes, la representante.
Así
pues, quizás estamos ante el film más honesto y personal de
Almodóvar, me alegro que haya sido bien recibido por el público y
espero que sea reconocido próximamente.
Valoración:
9
Lo
mejor: el reencuentro entre Salvador y Marcelo, el reparto de actores
y el plano final.
Lo
peor: nada.
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