Después del film “Bajocero” Lluís Quílez ha creado, coescrito y dirigido este proyecto disponible desde mediados de marzo en Netflix. El puerto marítimo de Barcelona recibe casi 6.000 containers al día. Mercancías procedentes de todo el mundo que, en un solo año, pueden ocultar más de 30.000 kg de cocaína, convirtiendo la ciudad en una de las puertas de entrada más importantes de Europa en el negocio del narcotráfico. Joaquín Manchado es propietario de la principal terminal del puerto de Barcelona. Si alguien quiere usar el puerto para importar una carga ilegal debe contar con su colaboración y con el apoyo de toda la red criminal que se ha conformado a su alrededor. Sin embargo, un inesperado accidente y la desaparición de un importante cargamento de droga desencadenará una despiadada guerra plagada de asesinatos y venganzas. Esta miniserie española compuesta de ocho episodios es un intenso thriller dramático con dosis de violencia explícita y escenas de acción que ofrece una imagen diferente de Barelona y un trasfondo interesante sobre el narcotráfico, así como un buen despliegue de medios de producción. Sin embargo, aunque en conjunto es una propuesta entretenida, el guion tiene situaciones forzadas. Cuenta con un atractivo elenco de intérpretes en que quizás hay nombres demasiado habituales como si sólo hubieran estos en el audiovisual de nuestro país: un destacado como siempre Eduard Fernández, un mejorable Chino Darín (la sombra de su padre es alargada y no está a su altura), un aceptable Jaime Lorente, Natalia de Molina en un papel secundario, Sergi López, Enric Auquer, Daniel Grao, Ana Torrent, Salva Reina y Cosimo Fusco (visto en la serie “30 monedas”).
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