Después de “Top gun: Maverick” Joseph Krosinski ha dirigido uno de los estrenos más potentes del verano. Sonny Hayes fue el fenómeno más prometedor de la Fórmula 1 en la década de 1990, hasta que un accidente en la pista acabó prácticamente con su carrera. Treinta años después es un piloto nómada a sueldo al que contacta su antiguo compañero de equipo, Rubén Cervantes, propietario de un equipo de Fórmula 1 al borde de la quiebra. Rubén convence a Sonny para volver a la categoría reina del automovilismo y tener una última oportunidad para salvar al equipo. Su compañero será el novato Joshua Pearce, el piloto estrella del equipo, que está decidido a imponer su propio ritmo. Este largometraje estadounidense de acción sería una mezcla entre “Le Mans 66” y “Top Gun Maverick”. La película con un presupuesto de tres cientos millones de dólares ofrece un espectáculo de carreras automovilísticas digno de ver en pantalla grande y resulta entretenida aunque el guion no es original y falta un villano de altura. El film está protagonizado por un estupendo Brad Pitt, bien acompañado de Damson Idris (“A descubierto”), Javier Bardem, Kerry Condon y Tobias Menzies. La propuesta gustará a los que les encante la velocidad y es mejor que la saga “Fast & furious”.
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