James Marsh era conocido
por los interesantes documentales "Man on wire" (que ganó
el Oscar) o "Proyecto Nim" pero también hizo films de
ficción como "The king" con Gael García Bernal. Pero
tiene más notoriedad gracias a este bello drama biográfico del
célebre científico Stephen Hawkings que abarca desde su época de
estudiante en que conoce a la que sería su primera esposa (posteriormente dejaría a su mujer por una enfermera) y se le
diagnostica el ELA (le vaticinaron solamente dos años más de vida),
pasando por la lucha contra la enfermedad degenerativa hasta que
solamente puede mover dos músculos de la cara y se comunica a través
de su ordenador. Es cierto que la película se queda corta en materia
científica y de lo que podría sentir en su interior el
protagonista. Se le puede achacar que sea el típico biopic
convencional que gusta a los académicos pero también es verdad que
la historia de amor, sacrificio y superación apela a la emoción, al
sentimiento, cosa que hace que toque la fibra del espectador. En este
sentido, contribuye la bella partitura musical de Johan Johansson
(ganadora del Globo de Oro), pero sobre todo, las interpretaciones de
la pareja protagonista: es lógicamente destacable que Eddie Redmayne
está más allá de elogio por su transformación (por momentos veo al propio Hawkings) pero Felicity
Jones es la luz y hace un notable retrato de la gran mujer que hay
detrás de un gran hombre. Se agradece que llegue a emocionar al
espectador siendo la realización contenida, sin cargar las tintas en
lo sentimental. De visión obligada para los seguidores de los
finalistas al Oscar, ésta también, como "Whiplash",
cuenta con cinco candidaturas entre las que se encuentra la de mejor
película, si bien ni Marsch ni Chazelle optan a mejor director, algo
que demuestra que no son unas rotundas grandes películas pero sí
dignas de ser vistas.
Valoración: 7
Lo mejor: por momentos vemos a S. Hawking encarnado por Eddie Redmayne, que merece el Oscar.
Lo peor: lo convencional de la dirección de James Marsch.
Valoración: 7
Lo mejor: por momentos vemos a S. Hawking encarnado por Eddie Redmayne, que merece el Oscar.
Lo peor: lo convencional de la dirección de James Marsch.
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