viernes, 13 de mayo de 2022

Alcarràs * * * * *

 

 

Una familia en el campo leridano

Carla Simón tenía el listón muy alto después de su excelente ópera prima “Verano 1993” (que debió ganar el Goya a mejor película) y tras el interesante cortometraje “Correspondencias” ha dado un paso más grande con su segundo largometraje que ha coescrito y dirigido. Durante generaciones, la familia Solé, cultiva una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano, después de ochenta años cultivando la misma tierra, será su última cosecha porque la familia Piñol instalará placas solares en las tierras.

El cine de la directora catalana no es tanto sobre una trama convencional que evoluciona sino de reflejar y saber captar con sutileza una realidad compleja desde una mirada observacional. En este sentido, creo que se parece un poco al estilo del director Sean Baker aunque él tiene un componente social más visible.  En este caso tengo que agradecerle que dé visibilidad a una zona interior de la provincia de Lérida que conozco alrededor que bien podría ser la de cualquier otra agrícola de España o de otros países que cultivan la tierra. Tengo que apuntar que aparte de en localizaciones de la comarca del Segrià también se ha rodado en la  próxima localidad aragonesa de Fraga.

Esta coproducción española e italiana es un sobresaliente drama rural que tiene como referente el film “El árbol de los zuecos” de Ermanno Olmi (1978) y posee cierto aire bucólico de la naturaleza. Me parece increíble cómo la directora, con la ayuda entre otros de la realista y luminosa fotografía a cargo de Daniela Cajías (“Las niñas”) ha mostrado las relaciones entre los miembros de una familia con actores no profesionales que tienen apellidos diferentes hablando en acento leridano en un reparto coral en que cada uno de los personajes tiene su importancia, desde los niños, los adolescentes, los padres, los tíos y los abuelos; así como el trabajo en los campos agrícolas en riesgo de desapacer, con un apunte de crítica social a las condiciones precarias de sus trabajadores que no resulta sostenible y sólo beneficia a las grandes empresas. Además, el largometraje no sobreexplica lo que sucede, requiere la atención del espectador y apunta aspectos como el eco que reverbera de la guerra civil y una época pasada en que la palabra de un hombre estaba por encima de cualquier papel sobre la adquisición de unas tierras. En general el conjunto es muy orgánico, el montaje fluido y no pesan las dos horas de metraje.

El film se alzó por sorpresa con el Oso de oro a mejor película en la pasada Berlinale, se presentó fuera de concurso en el festival de Málaga e inauguró el certamen D’A de cine de autor de Barcelona. “Alcarràs” es desde ya uno de los mejores títulos del cine catalán y español de este año y merece ser reconocido en la próxima temporada de premios. De momento, me alegro de que la cinta haya logrado el segundo puesto en la taquilla y gracias a su repercusión se haya proyectado en salas de pueblos pequeños de Lérida que estuvieron cerradas. 

Valoración: 9

Lo mejor: cómo logra reflejar la realidad de una familia y del campo.

Lo peor: reducir la película sólo por su componente localista.

 


Podemos observar cómo en la película se cierra un círculo: empieza con la amenaza de la grúa que se lleva el coche antiguo en que juegan los niños y acaba con la grúa que ha arrancado los melocotoneros y ha dejado la casa familiar donde los niños seguirán corriendo y jugando.

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