Se ha estrenado esta
semana una película que en su origen era un díptico sobre una
ruptura de un matrimonio vista desde la perspectiva de la mujer y de
la del hombre. Se presentó en el festival de Toronto, pero la
distribución por parte de Harvey Weinstein de la película, hizo que
fuese remontado y reducido su metraje a dos horas en un solo film,
que se presentó en la sección "Una cierta mirada" en el
festival de Cannes. Así pues, el problema de la película que llega
a las salas es que, tras un principio interesante, con el puzzle del
enfoque de ella y de él se ha perdido la esencia de lo que podría
haber sido un gran drama. Eso sí, quedan dos aspectos a destacar
positivamente. Uno es que hay momentos acertados sobre las actitudes
de los personajes y cómo se ve a ellos mismos. El otro es el gran
trabajo de la pareja protagonista: la interpretación de Jessica
Chastain, que además participó como productora y en el guión del
proyecto, en sí misma ya nos deja llevar por el film y es la mejor de su carrera, y James McAvoy,
actor quizás infravalorado, aquí demuestra su talento, además de
estar acompañados por secundarios de la talla de Isabelle Huppert,
William Hurt y Viola Davis. En definitiva es una propuesta notable,
contada sin exageraciones, que incluso puede llegar a emocionar, pero
al ser un híbrido no podemos apreciar lo que tal vez hubiese sido un
gran película contada en dos partes.
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