La última película del prolífico y excelente director japonés Hirokazu Koreeda cuenta la historia del conocido abogado Shigemori que defiende a Misumi, acusado de robo con homicidio, que ya cumplió pena de cárcel por otro asesinato hace treinta años. Las posibilidades de que Shigemori gane el caso son escasas, ya que su cliente reconoce ser culpable, aunque esto probablemente signifique la pena de muerte. Pero a medida que desentraña el caso y escucha los testimonios del propio Misumi y de su familia, Shigemori empieza a dudar de la culpabilidad de su cliente. Lo que a priori parece ser un thriller que se distancia de títulos anteriores recientes del director como "De tal padre, tal hijo" o "Nuestra hermana pequeña", se trata de un complejo drama moral narrado con claridad de imágenes como es habitual en su filmografía en que el proceso judicial no es tan importante como se puede tratar en films de Hollywood. El director hace un análisis de la verdad, con dudas y sombras, trata la relación entre el criminal y su abogado y pone en duda el sistema de valores de una sociedad corrupta. Este es un film misterioso, quizás un poco rígido en sus dos primeros actos pero se resuelve de manera magnífica en el último. Presentada en la Mostra de Venecia y en la sección Perlas del festival de San Sebastián, estamos ante una más que notable e interesante propuesta, la película más existencialista hasta la fecha de Koreeda.
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