El
cine de temática social de Iciar Bollaín siempre me ha resultado
interesante, con títulos destacados como “Te doy mis ojos” y
“También la lluvia”. Después de “El olivo”, esta
coproducción española explica la historia sobre
el bailarín cubano Carlos Acosta, un viaje temporal a través de su
vida, leyenda de la danza y primer bailarín negro en interpretar
algunos de los papeles más famosos del ballet, originariamente
escritos para blancos, en compañías como el Houston Ballet o Royal
Ballet de Londres (donde ha sido primer bailarín durante más de 15
años). Cuenta desde su dura infancia hasta su madurez, etapa que
será protagonizada por el propio bailarín, quien, pese a su éxito
y reconocimiento internacional, nunca olvidó sus orígenes. Este es
un aceptable drama biográfico que intenta evitar la trayectoria de
la figura en cuestión de modo lineal como en el típico biopic al
uso, habla de la superación personal de un hombre que triunfó en la
danza pese a que no quería dedicarse a eso en su infancia y, en el
fondo, trata de la historia de Cuba. El film intenta ser emotivo, es
uno de los más accesibles de su directora, tiene un tono luminoso,
escenas de danza rodadas con sensibilidad, y cabe señalar la
fotografía de Álex Catalán y la música de Alberto Iglesias.
Protagonizada por el mismo Carlos Acosta en su edad adulta, el film
obtuvo el premio ex aequo a mejor guion (aunque resulta
sobreexplicado) escrito por Paul Laverty en el pasado Zinemaldia, ha
sido nominada al premio Feroz a mejor música original y cuenta con
cinco candidaturas a los premios Goya a mejor guion adaptado, actor
revelación para Acosta, música original, fotografía y sonido.
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