Por fin se estrena esta semana
uno de los filmes latinoamericanos que se han presentado en distintos
certámenes como el festival iberoamericano de Huelva o la Mostra de
cine latinoamericano de Lleida. Se trata de la última película
dirigida por el chileno Matías Bize, responsable de títulos como
"La vida de los peces" y "En la cama", premiada
en la Seminci de Valladolid y que inspiró "Habitación en Roma"
de Julio Medem, filme que a su vez comparte con el estreno que nos
ocupa la actriz vallisoletana Elena Anaya. Una joven pareja ha
sufrido la muerte de su hijo y lucha por mantener la relación. El
dolor les ha roto como pareja y a pesar de lo mucho que se quieren,
no pueden sobreponerse a la pérdida. Podemos observar la sutil
construcción de sus nuevas vidas y sus movimientos por olvidar lo
que fueron como pareja. Pero un posible nuevo reencuentro puede hacer
cambiar el sentido de sus vidas. La historia recuerda a lo que ocurre
después de la muerte en el premiado filme italiano "La
habitación del hijo" de Nanni Moretti, pero aparte de la
muerte, esta es la historia de un amor que requiere esfuerzos para
poder seguir adelante. Así, el director continua explorando las
relaciones humanas como ha hecho en otras de sus películas. La que
nos ocupa no es fácil de ver, no esconde la dureza del drama de los
personajes, pero lo hace con sobriedad, sin caer en el morbo ni los
sentimentalismos baratos. Tal vez los personajes principales tienen
rasgos muy comunes pero la película se sustenta en buena medida por
las excelentes interpretaciones del chileno Benjamín Vicuña, que
contiene su dolor y se refugia en lo espiritual y, sobre todo, la
española Elena Anaya, rota de dolor, en una de sus mejores
actuaciones que le valió una nominación a los premios Platino de
este año, junto con la fotografía de Arnaldo Rodríguez, y por el
que bien podría haber sido premiada en los distintos certámenes en
que se presentó la película. La actriz demuestra estar en una etapa
de madurez interpretativa que comenzó con "La piel que habito"
por la que ganó el Goya y siguió con "Todos están muertos",
por el que volvió a estar nominada. Tal vez no es una película
redonda pero es valiente y profunda en ahondar en el dolor del alma
humana, su drama llega al espectador, así que es una de las
propuestas del último cine latinoamericano más interesantes que
podemos ver.
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