Este es el primer trabajo cinematográfico en solitario escrito y dirigido por Anabel Rodríguez Ríos. Una vez hace no mucho tiempo, el pueblo venezolano de Congo Mirador, ubicado a poca distancia de lago Maracaibo, fue un lugar próspero, repleto de pescadores y poetas. En los últimos años ha decaído y se ha desintegrado, se encuentra afectado por las corruptelas y el cambio climático que provoca que sus habitantes abandonen la población poco a poco, pudriéndose entre la polución y la negligencia: una pequeña pero profética reflexión sobre el estado actual de Venezuela. En el centro de la lucha existencial del pueblo por la supervivencia se hallan dos líderes femeninas: la señora Tamara, la coordinadora del partido chavista en el pueblo, y Natalie, la profesora y opositora a las prácticas de soborno e intimidación aprobadas por el estado, contraria a todo lo que significa el poder hoy en día. A medida que se acercan las elecciones nacionales, el miedo entre la comunidad se extiende más allá de la división partisana de la política del país: las casas de los habitantes del pueblo se están cayendo a pedazos, dejando así a familias sin ningún tipo de sustento para poder sobrevivir. Esta coproducción venezolana es un más que interesante documental rodado durante siete años en que a través de un pueblo flotante se habla de la difícil situación política y humana que sufre el país. La película hace sentir impotente al espectador. El film estuvo en la sección internacional de no ficción en el festival de Sundance y en el festival de Málaga.
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