Después de su interesante ópera prima “Formentera Lady” el actor Pau Durà ha escrito y dirgido su segundo largometraje. Atravesando en vespa la ciudad, y llevando en el bolsillo un frasco con esperma, Santi va hacia una clínica de reproducción asistida para hacer una in vitro con su mujer. De repente, un coche lo tumba y la conductora se larga. Incapaz de poner en marcha la moto, para a un taxi. No dispone de cambio y entra en un restaurante que hay cerca: el Toscana. Allí, Ramón, el propietario, discute en el teléfono por un dinero -que suponemos negro- destinados a la reforma del local. Cuando Santi le pide cambio, entra un tío llamado Tomás reclamando el finiquito que se le debe. Ramon se niega: el negocio va mal. Entonces Tomás saca una escopeta de caza: desesperado, ha consumido el paro, debe pagar la terapia y ha dejado de enviarle dinero a Heidi, su ex sueca que vive en Florencia con su hijo Valter. Esta es una aceptable comedia española que logra hacer sonreír e incluso reír al espectador, tiene un guion ingenioso y apunta temas como el trabajo precario y la crítica culinaria. Además, está bien interpretado por un estupendo reparto de actores formado por Eduard Soto, Malena Alterio (también en la recién estrenada “Espejo, espejo”), el propio Durà, un destacado Francesc Orella y Xavi Mira. Esta grata propuesta se pudo ver en el último festival de Málaga, el recién certamen de cine de Alicante y demuestra el buen hacer de su director.
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