martes, 26 de febrero de 2019

High life * * * *

Después de “Un sol interior” Claire Denis ha dirigido este film en que en el espacio profundo, más allá de nuestro sistema solar, Monte y su hija Willow viven juntos en una nave espacial, completamente aislados. Monte, un hombre solitario que usa su estricta autodisciplina como protección contra el deseo –el propio y el ajeno–, tuvo a su hija contra su voluntad. Su esperma se usó para inseminar a Boyse, la joven que dio a luz a la niña. Formaban parte de un experimento realizado con un grupo de prisioneros: convictos espaciales, presos en el corredor de la muerte; conejillos de indias enviados en una misión al agujero negro más cercano a la Tierra. Ahora sólo quedan Monte y Willow, y él ha cambiado. A través de su hija, por primera vez, experimenta el nacimiento de un amor todopoderoso. Willow crece y se convierte primero en adolescente y después en una mujer joven. Esta coproducción francesa es una arriesgada y sombría película de ciencia ficción diferente a las habituales en este género, provocadora, con escenas violentas y de sexo, también sorprendente y un poco opaca. Está bien interpretada por Robert Pattinson (actor que no me agradaba mucho en la saga “Crepúsculo” pero que ha seguido una trayectoria en el cine de autor), Juliette Binoche (protagonista del anterior film de la directora) y Mia Goth. La cinta obtuvo el premio FIPRESCI en el festival de San Sebastián, se presentó en la sección oficial fuera de concurso en el festival de Sitges y es de esas peculiares propuestas que pueden estimular como a un servidor o generar rechazo. 


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