Otro
largometraje del país galo que podemos encontrar en salas está
dirigido por Nicolas Vanier, responsable de “El último cazador”
y “Lobo”. En
el París
de 1927, Paul, un niño que vive en un orfanato de un barrio obrero,
es adoptado por Celestine, una criada de un conde, y su marido, el
guardabosques, que trabajan en una gran finca en Sologne.
Acostumbrado a la vida en la ciudad, el chico llega a un mundo
misterioso e inquietante, una región salvaje con un inmenso bosque,
estanques y cultivos. Todo pertenece al conde de La Fresnaye, un
viudo taciturno que vive solo en su mansión. En los bosques del
conde hay varios pescadores y cazadores furtivos, como Totoche, el
más escurridizo de todos. Cuando Paul conoce a Totoche, éste le
enseñará todos los secretos del bosque. La película es una amable
y bienintencionada fábula dramática que hace una oda a la
naturaleza que celebra la flora y la fauna que debemos de proteger.
Aunque es un poco predecible y sentimental, cuenta con una bella
fotografía de paisajes a cargo de Eric Guichard y un buen trabajo
actoral del niño Jean Scandel en su debut y el experimentado
François Cluzet como Totoche.
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