Richard Loncraine no tiene una
gran filmografía a sus espaldas, su mejor película puede ser
"Ricardo III" y sus últimos films son menores: Más vale
sola que mal acompañada" con Renée Zellweger y "Firewall"
con Harrison Ford. Sin embargo ha acertado en su último film sobre
un veterano matrimonio que se ve obligado a abandonar su apartamento
en Brooklyn y venderlo. Aunque por un lado, el espectador aprecia lo
malo que puede resultar hacerse mayor, al no poder el protagonista
subir las escaleras de un edificio sin ascensor y carga contra los
procedimientos de las agencias inmobiliarias, el film no es amargo
sino más bien agradable, con un punto irónico y divertudo. El guión
no es potente, cuenta con flashbacks de la pareja cuando era joven
que no hacen falta, ya que las actuaciones de Diane Keaton y Morgan
Freenman son estupendas. La pareja de actores hace creíble un
matrimonio que en su día tuvo que lidiar por ser interracial y
consiguen fácilmente que el público esté de su parte, transmiten
química entre los dos y sus miradas comunican. Hacía tiempo que
Keaton no estaba tan bien, en los últimos años había protagonizado
poco soportables comedias como "¡Porque lo digo yo!",
mientras que Freeman estuvo en productos de acción como "Oblivion"
y no estaba tan bien desde su última nominación al Oscar por
"Invictus". Ellos dos son lo mejor de una sencilla
propuesta contada por Loncraine con honestidad, que encontrará su
público en la tercera edad y en sus seguidores.
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