Esta semana vale la pena destacar
este discreto estreno dirigido por Óscar Ruíz Navia, una cinta
colombiana co-producida con Francia y México. Esta es la historia de
Roberto un chico que pierde su trabajo en la construcción por robar
unos tarros de pintura con los que se dedica a pintar graffitis en
las paredes y se relaciona con un estudiante de Bellas Artes con el
que comparte afición y cuya abuela es enferma de cáncer. Aunque su
desarrollo y parte final puede que no estén a la altura,la película
resulta interesante y creíble por retratar una amistad adolescente y
el barrio al este de Cali. Tiene un atractivo antropológico y su
título no hace referencia a los deshechos que se producen sino al
contrario a lo que florece en medio de un contexto complicado que no
ayuda y en que no es fácil salir adelante. Este es un aceptable
drama que cuenta con naturales actuaciones de los dos jóvenes
protagonistas y que obtuvo el premio especial del jurado en el
festival de Locarno del año pasado, además de estar presente en la
sección oficial del certamen de Mar de Plata y de la Habana.
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