Todavía puede verse en salas
españolas este filme islandés dirigido por Rúnar Rúnarsson que
fue una de las películas que mostraron una nueva y excelente cosecha
del poco conocido cine de su país y que fue reconocida en algunos
festivales: "Sparrows" (Gorriones) consiguió la Concha de
oro en el festival de San Sebastián y "Corazón gigante" y
"Rams: el valle de los carneros" fue premiada en la Seminci
de Valladolid. El filme que nos ocupa cuenta la historia de Ari, un
adolescente de 16 años que tras haber estado viviendo con su madre
en Reikiavik, cuando esta se va a vivir con su nuevo marido a África,
el chaval es enviado de vuelta a la remota región de los fiordos
occidentales en Westfords para vivir con su padre. Allí tiene que
lidiar con la difícil relación con él, y encuentra cambiados a sus
amigos de la infancia. En ese ambiente, Ari tiene que esforzarse para
encontrar su camino. Este es un drama que cuenta un relato de
iniciación que ya ha sido muy tratado en el cine pero que está
realizado con delicadeza, sensibilidad, mesura y sin sobresaltos en
apariencia hasta un tercer acto intenso que rompe el tono y llega a
ser profundo. La película cuenta con una bella fotografía de Sophia
Olsson, una bonita banda sonora de Kjartan Sveinsson y está muy bien
protagonizada por Atli Oskar Fjalarsson. Tal vez por tratarse de una
cinta pequeña, coproducida con Croacia y Dinamarca, el máximo
premio en el Donostia Zinemaldia pudo verse como excesivo
(seguramente tuvo que ver en su distinción que la presidenta del
jurado fuera la actriz danesa Paprika Steen) pero sirvió para poner
en el mapa la cinematografía islandesa y el filme agradará a los
que les gusten las historias sobre adolescentes y el estilo nórdico
de hacer cine.
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