Jean-François
Richet cuenta en su filmografía con títulos como
“Ma
6-T va crack-er”, “Asalto al distrito 13”, el díptico
“Mesrine”, “Una semana en Córcega” y “Blood father”. En
el estreno que nos atiende, bajo el imperio de Napoleón, François
Vidocq, el único hombre que ha conseguido escapar de las más
grandes penitenciarías del país, es una leyenda de los bajos fondos
parisinos. Dado por muerto tras su última gran evasión, el
ex-presidiario intenta pasar desapercibido tras el disfraz de un
simple comerciante. Sin embargo, su pasado lo persigue, y después de
ser acusado de un asesinato que no ha cometido, propone un trato al
jefe de policía: se une a ellos para combatir a la mafia, a cambio
de su libertad. A pesar de sus excelentes resultados, provoca la
hostilidad de compañeros del cuerpo así como del hampa, que ha
puesto precio a su cabeza. Estamos ante un folletín de aventuras que
tiene una lograda ambientación de época del siglo XIX, que recuerda
a grandes producciones de Hollywood, el aspecto técnico y visual es
notable y vistoso, tiene unas potentes escenas de acción y violencia
y un marco realista aunque con un punto fantasioso. Richet recupera
un personaje francés años después del film “Vidocq” de Pitof
(2001), le da un aire heroico pero le falta la singularidad del
investigador. Si esa película estaba protagonizada por Gerard
Depardieu, esta lo está por Vincent Cassel (que ya trabajó con el
director en “Mesrine” por el que ganó el premio César). Cuenta
con un atractivo y europeo elenco de actores formado por Patrick
Chesnais (“Mi encuentro con Marilou), August Diehl, Olga Kurylenko,
Denis Lavant, Freya Mavor, Denis Menochet y Fabrice Luchini. Así
pues, esta es una propuesta de gran despliegue de recursos que podría
haber sido mejor si profundizara más en el protagonista, y obtuvo
dos nominaciones a los premios César a mejor diseño de producción
y de vestuario.
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