Un
largometraje francés que se ha estrenado en salas es el debut escrito y
dirigido por Frank Beauvais. Un hombre de 45 años vive aislado en un pueblo
alsaciano de montaña. Solo, tras la ruptura de la relación que un día le llevó
hasta allí, su única salida es el visionado continuado de películas de todas
las épocas (de Eastwood a Bonello, de Carpenter a Von Sternberg). Su grito de
desesperación, su mensaje de náufrago, se muestra a través de esos filmes que
deglute de forma compulsiva a razón de tres, cuatro o cinco por noche. Cine
compuesto por fragmentos de otros, el Cine como salvación y condena, como
objeto romántico definitivo. El director compone un impresionante collage de
imágenes, un catálogo imperdible para quienes hayan conocido de cerca la
soledad y hayan huido de ella a través del Cine. Este es un singular y personal
documental en que el director se expone para hablar del cine como refugio de la
soledad pero también como letargo de la vida, a partir de una serie de imágenes
de películas de la Historia del séptimo arte descontextualizadas que sirven al
monólogo interior de Beauvais. Confieso poder entender la situación que plantea
el director en días de apenas salir de casa y por el confinamiento reciente. El
film se pudo ver el año pasado en la sección Forum del festival de Berlín y formó parte del Atlántida film festival de este verano.
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