Andrew Haigh es un director en cuya corta
carrera ha tratado historias sobre jóvenes homosexuales como en el
film "Weekend" y la serie de televisión "Looking",
por las que ha sido relativamente conocido. Sin embargo, con "45
años" ha entrado por la puerta grande con una historia de
adultos heterosexual. La pareja protagonista está preparando su 45º
aniversario de boda y, a falta de una semana, llega una carta
dirigida al esposo en que se notifica que ha aparecido muerta su
primer amor, congelada en los Alpes suizos. A partir de ahí, el
hombre recuerda a su amor fallecido y su mujer empieza a descubrir
que su longevo matrimonio puede haberse basado como un castillo de
naipes. Estamos ante un excelente drama humano, un emotivo retrato de
vida con un ritmo pausado en que de manera sutil vemos cómo va
saliendo la suciedad de debajo de una alfombra y lo frágil que puede
ser la estabilidad de un matrimonio. Esto es mérito de la labor en
el guión y la dirección de Haigh. Pero por encima de ello están
las grandes interpretaciones de la pareja protagonista, formada por
Tom Courtenay y Charlotte Rampling, en que sus personajes están bien
dibujados. El rostro de la veterana actriz expresa lo que le ocurre
con lo mínimo. Su interpretación es una de las mejores del 2015 y
lleva un recorrido de premios que comenzó en el festival de Berlín,
justamente con su compañero Courtenay, además de ser premiada en
los festivales de Valladolid, la academia de cine europeo, nominada
en los Satellite awards y sería justo que no fuese olvidada en los
Oscar.
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