Una
familia japonesa que no es lo que lo parece
El
cine de Hirokazu Koreeda siempre ha hablado de las relaciones
familiares, sean sanguíneas o no y en su filmografía destacan
títulos como “After life”, “Nadie sabe”, “Still walking”
y “De tal padre, tal hijo”. En los últimos años quizás parece
que el director se acomodó un poco en estos temas con films como
“Nuestra hermana pequeña” pero el que nos ocupa que se ha
estrenado hace unas semanas en la cartelera española vuelve a
demostrar la grandeza de su cine.
Osamu
y su hijo se encuentran con una niña en mitad de un frío glacial.
Al principio, y después de ser reacia a albergar a la niña, la
esposa de Osamu aceptará cuidarla cuando se entere de las
dificultades que afronta. Aunque la familia es pobre y apenas gana
suficiente dinero para sobrevivir a través de pequeños delitos,
parecen vivir felices juntos, hasta que un hecho imprevisto revela
secretos ocultos, poniendo a prueba los lazos que les unen.
Este
es un excelente drama familiar realizado con un estilo naturalista y
realista, con la cámara muy cerca de los personajes en el interior
de una vivienda llena de objetos a pesar de que el espacio no es
ancho. Aunque al principio parece que la cinta cuesta de arrancar,
podemos observar el día a día de una familia compuesta por un padre
que trabaja en la construcción, una madre que se dedica en una
empresa téxtil, una abuela cuya pensión sustenta la familia y un
niño que se dedica a robar productos de las tiendas, gracias a las
indicaciones de su progenitor, a los que hay que sumar una pequeña
niña que ha sido maltratada por sus padres. En este aspecto de las
peripecias de los niños, el film tiene en común con la magnífica
“Nadie sabe”. También hace reflexionar sobre si realmente hace
falta el parentesco carnal para formar una buena estructura familiar,
algo que recuerda a “De tal padre, tal hijo”. Sin embargo, a
medida que avanza la película, vamos entreviendo en alguna escena
algo turbio, sobre todo después de la secuencia en la playa. A
partir de un hecho irremediable, se destapan realmente cómo son las
relaciones entre los miembros de la familia. La intensa última parte
posee una ambigüedad moral y un calado que eleva a la película como
una de las mejores de su director, que ha seguido una coherencia en
su filmografía en cuanto a estilo y temas pero de manera contundente
y de mucha calidad en este film, que logra emocionar sin
sentimentalismos. Además, el director hace una crítica a la
sociedad japonesa donde las clases sociales son importantes, y las
personas mayores y los núcleos “marginales” o fuera de lo
políticamente correcto pueden quedar relegados sin derechos,
primando las normas establecidas a los afectos entre personas. Entre
el reparto de actores está la actriz Kirin Kiki como la abuela
(vista recientemente en “Después de la tormenta” del mismo
Koreeda y “Una pastelería en Tokio” de Kawase), que murió el
pasado mes de septiembre y entonces el director recogió emocionado
el premio Donostia en el festival de San Sebastián.
“Shoplifters”
ganó justamente la Palma de oro en el pasado festival de Cannes
(aunque también la hubiera merecido “Lázzaro feliz”), fue
seleccionada para representar a Japón en los Oscar donde tiene
posibilidades en su catgeoría, ha sido elegida como una de las
mejores películas extranjeras por el National Board of Review y
candidata como mejor film de habla no inglesa en los Globos de oro,
BAFTA, Critics choice y Satellite awards, entre otros.
Valoración:
8,5
Lo
mejor: el naturalismo en el desarrollo de la película y su poderoso
último tramo.
Lo
peor: que las escenas cotidianas se vean como poco importantes o
intrascendentes.
Es
posible que al principio el espectador piense que el film cuesta en
arrancar pero las escenas de la vida cotidiana del núcleo familiar
son importantes para luego entender mejor realmente lo que se se
revela en la parte final. Ya la escena de la abuela visitando a un
hombre y recibiendo un sobre con dinero es señal de que algo turbio
sucede, así como es significativa la escena de Kirin Kiki que se
queda sola en playa. Seguidamente la señora fallece y ese es el
detonante de que se descubra que la familia no es realmente lo que
aparentaba, entre ellos no había ninguna relación de parentesco
sanguíneo aparte de la niña que acogieron. Simplemente son personas
solas que se unieron para crear una estructura pero el sistema no les
deja seguir y tienen que separarse. En este sentido, es sintomático
el plano final de la niña encerrada en casa de sus verdaderos
padres.
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