En
esta época de rescatar míticos films de animación en remakes de
acción real, después de “Dumbo” este año llegó a la cartelera
la recuperación del clásico animado de 1992, producido por Disney y
dirigido por Guy Ricthie después de “Rey Arturo: la leyenda de
Excalibur”. Aladdin
es un adorable pero desafortunado ladronzuelo enamorado de la hija
del Sultán, la princesa Jasmine. Para intentar conquistarla, acepta
el desafío de Jafar, que consiste en entrar a una cueva en mitad del
desierto para dar con una lámpara mágica que le concederá todos
sus deseos. Allí es donde Aladdín conocerá al Genio, dando inicio
a una aventura como nunca antes había imaginado. Esta es una
película de fantasía reluciente, colorista y entretenida, que tiene
una buena adaptación musical, con una banda sonora compuesta por
Alan Menkel. Está interpretada por el más bien desconocido hasta
ahora Mena Massoud como el protagonista, Naomi Scott como Jasmine
(vista en “Power Rangers” y pronto en el reboot de “Los ángeles
de Charlie”), ambos tienen buena química juntos, y un destacado
Will Smith como el genio de la lámpara (en la versión animada fue a
cargo del fallecido Robin Williams). No obstante, la realización
parece un poco mecánica, le falta alma, carisma y queda por debajo
del film anterior. Pero tampoco es el desastre que algunos auguraron.
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