Años después de la controvertida pero notable “Madre!” que revisioné el pasado verano, Darren Aronovsky ha dirigido esta adaptación de una obra de Samuel D. Hunter. Un solitario profesor de inglés con obesidad severa intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención. La película estadounidense es un drama áspero sobre la autodestrucción, un estudio de personaje y la relación paterno-filial que tiene semejanzas con “El luchador” con Mickey Rourke. El director vuelve a utilizar espacios cerrados pero sin la provocación de anteriores trabajos de su trayectoria. Me da la sensación que esta podría haber sido una gran película si hubiera sido más sutil y menos simplista. Lo más destacado es la actuación del recuperado a la primera línea Brendan Fraser que logra ser empático al espectador más allá de la caracterización, bien acompañado de Sadie Sink (serie “Stranger things”, Hong Chau y Samatha Morton. El film se presentó en la sección oficial de la pasada Mostra de Venecia, Fraser obtuvo el Critic choice award y es uno de los favoritos a ganar el Oscar a mejor actor junto con Colin Farrell, la cinta ha sido nominada al sindicato de productores a mejor película pero me parece bien que no lo haya sido en los Oscar donde está nominada también a mejor actriz secundaria (Chau) y maquillaje.
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