Después de “Gundermann” Andreas Dresen ha realizado este largometraje estrenado en salas. Rabiye Kurnaz es una mujer aparentemente corriente, excepto porque es un terremoto. Cuidando de sus hijos y mucho más, es la que lleva la batuta en su casa de Bremen. Poco después de los ataques del 11-S, en 2001, su hijo Murat es acusado de terrorismo y es uno de los primeros enviados a la cárcel de Guantánamo. Esto marca el inicio de un viaje hacia el corazón de la política mundial para esta decidida mujer alemana-turca. Acompañada del abogado de derechos humanos Bernhard Docke, luchará por la liberación de su hijo. Esta coproducción alemana es un bienintencionado drama basado en hechos reales que tiene dosis de humor y ligereza. Trata de la lucha de una madre por rescatar a su hijo al que siempre creyó inocente y también habla de la xenofobia. La realización es un poco convencional y queda supeditada a la labor de la simpática protagonista que desprende inocencia y personalidad, interpretada por Meltem Kaptan, bien acompañada de Alexander Scheer (en el anterior trabajo de Dresen). El film obtuvo el Oso de plata a mejor interpretación principal para Kaptan y el premio a mejor guion en el festival de Berlín del año pasado y fue nominado al premio del cine europeo a mejor actriz.
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