Se
ha estrenado en salas varios títulos de cine europeo. Uno de ellos
es el segundo trabajo de Inna Weisse. Anna enseña violín en una
escuela para jóvenes músicos de Berlín. En contra del criterio de
sus colegas, la profesora aprueba el ingreso de Alexander, un niño
en el que detecta un notable talento. Le instruye con gran dedicación
y afecto, y pronto le dedica más atención que a su propio hijo de
diez años. Surge la rivalidad entre ambos chicos, y el matrimonio de
Anna se tambalea. Pero donde ella falló, su talentoso alumno debe
tener éxito, y a medida que se acerca una audición importante, Anna
se obsesiona cada vez más con llevarle a lo más alto. Esta
coproducción alemana y francesa es un notable drama psicológico
sobre la necesidad de buscar la perfección y la consecuente
frustración que resulta incómodo y perturbador y puede recordar en
su aparente frialdad a films de Claude Chabrol y de Michael Haneke.
La película no sería la misma sin la inmensa interpretación de
Nina Hoss como la protagonista (una de las damas del cine europeo
vista en títulos de Christian Petzold) por la que ganó con justicia
la Concha de plata a la mejor actriz ex aequo. Espero que tanto el
film como la actriz en concreto sean reconocidos en los premios Lola
del cine alemán el año que viene.
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